domingo, 19 de julio de 2015

¿Qué pasa cuando falla la motivación?


Surge el deber

El deber es un marco de seguridad que nos salva cuando la motivación no funciona. Pero eso no quiere decir que tengamos que descuidar a la motivación.

“Es triste tener que hacer por deber lo que podríamos hacer por entusiasmo”. Ortega

 el inconsciente, es el manantial del que proceden los deseos, los impulsos y la motivación.

Considero que no se puede motivar a las personas, las personas se motivan solas, podemos generar un ambiente y proporcionar las herramientas para que se produzca la chispa que encienda la llama de la motivación que cada persona tiene dentro y que logre (Marina):

1.-  Emerger sus energías dormidas,
2.- Incentivar su acción,
3.- Animar sus esperanzas.

“Para conseguirlo, se tiene que apelar a los tres grandes e inevitables deseos que tienen los seres humanos, niños, adolescentes, adultos o ancianos.

El primero es pasarlo bien, disfrutar, sentirse seguros. Es el deseo hedónico.

El segundo es la necesidad de querer y ser querido, de ser reconocido y valorado. Es el deseo de vinculación social.

El tercero me impulsa a progresar, a sentirme capaz, a encontrar sentido a las cosas.

Nadie quiere sentirse insignificante ni sentirse empantanado.

Hay en todos nosotros un deseo de sentido, de superación, de progreso que no podemos evitar y que, si lo hacemos, acaba pasando una pesada factura:

el desánimo, la depresión, el aburrimiento, la desesperanza.


Si no estamos motivados, ¿qué podemos hacer? Intentar aplicarnos lo que sabemos sobre motivación. Y, si no funciona, cumplir con nuestro deber, con ganas o sin ganas.”

Fuente: Jose Antonio Marina

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